lunes, 15 de febrero de 2010

Ruta de la Cervatina (Puebla de Lillo)



La ruta poco a poco cada vez se complicaba más a causa de increíble cantidad de nieve que había durante toda el camino.



Hace 15 días intenté subir con el grupo de montaña El Pozobal al Pico Susarón pero por causa de la gran nevadísima que había no pudimos subir y decidimos hacer la versión corta de La Ruta de la Cervatina desde Puebla de Lillo (León), así que como me había quedado con ganas de hacer dicha ruta entera pues el día 6 de Febrero del 2010, el señor Paco, la amiga Laura su perro, el bueno de Mak y el que escribe decidimos hacer esta ruta en su versión larga, que aunque tuvimos muchos problemas por la grandísima cantidad de nieve que había merece mucho más hacer esta versión larga que la corta, ya que por esta que hicimos nosotros se pasa por un espléndido bosque de hayas de acebos y de tejos, uno de los pocos bosque de tejos que por desgracia quedan ya en la cordillera cantábrica.
Después de desayunar en Felechosa llegamos a Puebla de Lillo a eso de las diez y media de la mañana, dejamos el coche en la misma plaza del pueblo donde ya había un montón de nieve, nos abrigamos bien y para adelante a por la ruta de la Cervatina.
Cruzamos la plaza del pueblo y pasamos por delante de las antiguas escuelas, que hoy en día sirven de sede a la Casa del Parque del Valle del Porma, pasamos al lado del bar Madrid, donde al finalizar la ruta nos tomamos una caña bien merecida después del palizón que nos dimos, y seguimos por la calle que se dirige por la parte trasera del pueblo hacia la base del Susarón (espero volver a subirlo no tardando).
Por aquí al principio de la ruta la nieve no nos causaba dificultad ya que estaba dura y no era ningún problema caminar por ella, así que al poco de caminar cruzamos el río del Celormo y cogemos una pista que se desvía enseguida por el arroyo Patina, toda esta ruta, tanto la versión corta como esta la larga está magníficamente marcada y no tiene ninguna pérdida en ningún momento, menos en nuestro caso ya que hacia la mitad de la ruta era tal la nevada que las balizas indicadoras de la ruta habían desaparecido por completo, pero bueno eso es otra historia que nos pasó más adelante. Seguimos caminando sin ningún problema y sin ninguna dificultad ya que toda esta parte es totalmente llana y al poco llegamos a la fuente del Obispo, donde aprovechamos para quitarnos un poco de ropa ya que nos habíamos abrigado demasiado y de paso hacer las primeras fotos del paisaje que era verdaderamente extraordinario al estar todo totalmente blanco de la gran nevada que había caído en los días anteriores.



Paco y Laura al comienzo de la primera subida después de la desviación en el cruce.



La última baliza antes de que desaparecieran por la nieve.



Caminando por el majestuoso hayedo de la Cervatina.





La ruta poco a poco cada vez se complicaba más a causa de increíble cantidad de nieve que había durante toda la ruta.


Desde este punto de la ruta la nieve va a convertir nuestra marcha en un autentico calvario, ya que la nieve se encuentra muy blanda y los espesores empiezan a ser importantes, proseguimos caminando ya en pronunciada subida por una pista con un paisaje desprovisto de árboles, hasta llegar con la lengua fuera a causa del esfuerzo de la nieve a un cruce, (esta ruta sin nieve no tiene ninguna complicación en ninguna parte), como digo llegamos exhaustos a un cruce en el cual tenemos dos opciones, la pista de la derecha es la versión corta de la ruta de La Cervatina y fue la que yo realicé hace quince días también con nieve hasta las orejas con el Grupo de Montaña El Pozobal y la ruta de la izquierda es la que se dirige al bosque antes mencionado y que aunque mucho más dura a causa de la nieve merece muy mucho realizar, hay que decir que cuando llegamos al cruce de caminos Paco y yo optábamos por hacer la versión corta ya que teníamos la gran sudada de ir abriendo huella pero gracias a Laura que nos convenció y nos dijo que ni hablar que ya que estábamos en ese punto teníamos que realizar la versión larga y conocer el bosque, así que un tragín de aquarius y to pa riba.
Proseguimos nuestro camino cada vez hundiéndonos más en la nieve y aun paso verdaderamente lento por esta causa y turnándonos todos para ir marcando huella, es increíble la diferencia que hay de ir abriendo huella a caminar ya por lo pisado por el primero del grupo, como decía proseguimos ahora por una pendiente muy acusada que nos conduce a la Vega Ternillo, donde ya observamos los primeros hayas del bosque, en este punto era tal la nevada que las balizas indicadoras de la ruta que deben medir unos 70cm de altura habían desaparecido por completo con lo cual yo que iba abriendo huella (tengo que asumir mi culpa) en vez de girar bruscamente a la derecha como indicaba la ruta (claro si se vieran la balizas) pues yo tire hacia la izquierda entrando de pleno en el hermoso bosque de hayas y de carrascos hasta llegar a una majada que se dirige hacia Camposolillo, pero bueno el mal no fue tan grave ya que aprovechamos para hacer unas fotos del espléndido bosque antes de dar la vuelta, que no fueron más de 300 metros pero claro en dura pendiente y con la nieve hasta las rodillas, bueno pues una vez pedido disculpas por la pequeña equivocación regresamos hasta la última baliza que asomaba un poco entre la nieve (ver foto) cogemos por fin la desviación hacía la derecha (esta si era la dirección correcta), adentrándonos nuevamente de pleno en el hayedo que al estar completamente nevado era magnifico contemplar.
En este punto de bosque como en todos los bosques de hayas, la nieve se complica y permanece a sus pies largo y tendido, permaneciendo mucho más tiempo que en las afueras del bosque. En los bosques de hayas cuando la tormenta y la niebla se alían, me decía una vez en un bar-tienda un anciano de Naraval, que la tormenta reina durante un novenario, como me decía aquel buen paisanín “tormenta con neblina, nueve días nuestra vecina”.
En los bosques de hayas como este tan magnifico, es el reino de la niebla, el haya recobra todo su misterio y es entonces cuando podemos perdernos fácilmente si no está bien marcado el camino, no como en este caso, pero si nos adentramos en el bosque saliéndonos de la ruta entonces es cuando perdemos fácilmente la orientación.
El haya pertenece al aire, en el que vive y se expande, del que recoge humedad, donde clama lluvias y detiene nieblas, y sobre el que ejerce una importantísima función como guardián del equilibrio climático.
Bueno que me voy por los cerros de Úbeda, a lo que vamos
al poco cruzamos ya por una zona más llana el arroyo de la Vega Ternillo y otra vez en pronunciada pendiente llegamos hasta el Collado de Ruidoso, desde donde tenemos unas magnificas vistas de todo el bosque y del macizo de San Isidro pudiéndose ver perfectamente la Sierra de Sentiles y Peña Requejines.
A partir de este punto ya es todo en cómoda bajada, aunque para nosotros muy poca comodidad porque seguimos levantando las piernas hasta las orejas para caminar.
Seguimos caminando por el magnífico bosque y disfrutando de las vistas, cruzamos varios arroyos, entre ellos el arroyo de Ruidoso que ya bajaba con gran cantidad de agua debido al deshielo, la ruta continúa por el camino principal sin ninguna perdida y todo en suave descenso hasta alcanzar una zona llamada la Cervatina, otro hermoso valle dominado enteramente por otro bosque de hayas quedando a la derecha la Peña Ustre, el camino sigue ahora descendiendo hasta llegar a un cruce; donde podemos ver algún que otro majestuoso Tejo.
Desde este cruce donde hay una indicación por si se quiere ir a ver el bosque de tejos seguimos descendiendo entre los últimos tramos del bosque de hayas por una zona llamada el valle del Espinadal, por donde circula el arroyo del mismo nombre. Poco a poco va desapareciendo el bosque y se puede observar una bonita majada, el camino continúa descendiendo hasta el cruce de Jovaqueros, donde confluyen el arroyo del Espinadal y el arroyo de Rebuenmo.
Desde este pequeño cruce, el camino continúa valle abajo con el arroyo de Rebueno a la derecha entre grandes prados, al poco pasamos al semiderruído caserío de la Fonvea, cerca del cual encontramos la fuente de mismo nombre.
Ya los tres con una caladura de botas hasta los huesos y con ganas de llegar y poner ropa seca seguimos poco a poco hasta llegar a la altura de la ermita de Pegaruas continuando hasta la fuente de la Barguina. Desde este punto que ya es el tramo final de la ruta se puede continuar junto al río Silván, o coger la carretera ya que las dos posibilidades conducen a Puebla de Lillo, nosotros como estábamos de nieve hasta el gorro decidimos hacer el ultimo tramo por la carretera ya que había pasado la quitanieves y estaba totalmente despejado, así que en no más de media hora por fin llegamos al ansiado Puebla de Lillo.
Después de cambiarnos de ropa y tomar la merecida cervecina en el bar Madrid tras la tremenda paliza que nos habíamos dado, pues por fin llego la hora de almorzar y el amigo Paco con su mejor voluntad nos dijo que el Hostal Puebla de Lillo comía siempre magníficamente cuando venía a pescar con su abuelo hace años, pero cual fue nuestra mala suerte que cuando entramos nos dijo Paco, eeehhh an cambiado de dueños, ¿nos quedamos igual?, era tal la fame que traíamos y el cansancio en el cuerpo que nos quedamos a comer sin pensarlo dos veces, en el comedor hacía un calorín que daba gusto.
Pero como de los sitios que desde mi punto de vista se come fatal no pienso perder el tiempo hablando de ellos, solo digo que yo aquí no pienso comer más veces, así que hay queda mi aviso, luego que no digan que no avisé que en este sitio se come de pena (ojo siempre desde mi punto de vista).
Bueno pues una vez mal comido de vuelta para las Asturias y como no era muy tarde y no teníamos prisa pues nos detuvimos a tomar la mejor cerveza que hay en Mieres en el mejor sitio de Mieres que no es otro que él magnifico local de Mc Charly & Company y una vez disfrutado de una magnifica caña tostada bien echada (casi 10 minutos como manda la tradición), pues para casa que el cuerpo pide ducha y reposo absoluto.


Pablo Lara.
Tiempo de la ruta: 5 horas.
Dificultad: Sin nieve ninguna.





Unas fotos del pueblín de Puebla de Lillo.

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