jueves, 23 de octubre de 2008

BOSQUE DEL RIO INFIERNO



Area recreativa de la Pesanca.



Y por fin el Otoño.

El otro día me decía un amigo que porqué ponía en el relato del Picu Pienzu que cuando llegaría el otoño, que si no me gustaba el verano, y le dije que ni hablar que a mí el verano me encanta pero que en cambio para mí el otoño tiene algo muy especial en Asturias.
Para la gran mayoría de los asturianos, el otoño es una estación oscura, triste y siniestra, por un lado la vuelta al trabajo, poner al día las tarjetas de crédito que las dejamos temblando durante el verano y el saber que nos esperan otros once meses para poder disfrutar de las ansiadas vacaciones de verano.
Yo en cambio descubrí que el otoño es la mejor época del año para caminar por los bosques asturianos y si encima eres aficionado a las setas como yo entonces la estación del otoño todavía se pone mucho más interesante.
Durante la época del otoño Asturias es un verdadero paraíso en todos los sentidos, hay una increíble combinación de olores, colores y porqué no de sabores (setas, castañas, nueces, avellanas, sidra dulce).
Caminar por un bosque asturiano como el bosque que aquí relato en otoño es algo muy especial, el increíble color de los hayedos, todo el registro de tonalidades al penetrar la luz entre los árboles y ese extraordinario perfume que hay dentro de los bosques, la verdad es que es algo digno de disfrutar en esta época y yo aconsejaría que todo el que pueda se de un paseo por un bosque en otoño que no se arrepentirá nada.
Luego no podemos olvidar a los que les guste el buen comer como a mí, que el otoño es una verdadera fiesta gastronomica, ya empiezan esas jornadas de pote que organizamos después de cada ruta, como el pote de chus el Sastre, Casa Laureano, el de casa Prida en sietes y no enumero más porque os aburriría, sin olvidar las famosas jornadas de los callos que comienzan en otoño, la gran época de la matanza y todo los manjares que nos ofrece tan majestuoso animal y como no la caza esos platinos de corzo o jabalí, y esos amaguestos de otoño con un poco de sidra del duernu. (no sigo hablando de comida porque ya estoy babeando).
Para mí hoy empezó el ansiado otoño ya que aparte de disfrutar de un día en el bosque del infierno, la recogida de setas fue muy fructífera (ver foto), y como no, llegar a casa y poder disfrutar de dicho trofeo es todo un placer.
después del ejercicio y el aire puro de dicho bosque, llegar a casa una duchina y ponerse a elegir las mejores setas con ese olor a bosque que le da una fragancia increíble a toda la casa, y ponerse a cocinar con una buena botellina de vino en estos días que ya empiezan a acortarse y que solo apetece estar en casa ya sea por el tiempo o por la crisis que estamos pasando.
Por eso como le dije a mi amigo bienvenido sea el otoño coño.

Mi gran trofeo de Macrolepiontas Proceda después de la ruta.


EL BOSQUE DEL INFIERNO

El punto de partida para realizar esta ruta que hice en solitario el día 18 de octubre del 2008, es el área recreativa de La Pesanca, para llegar hasta allí primero nos dirigimos hasta Infiesto una vez atravesado el pueblo cogemos una estrecha carretera local que sale a mano derecha con dirección a Espinaredo a través de un valle de laderas boscosas y prados que ocupan todo el ancho de la vega, este día, todas estas vegas estaban de macrolepiotas proceda hasta arriba con lo cual antes de llegar al punto de partida ya había recogido mi cesta entera de dicha setas, bueno pues seguimos camino entre las caserías y al poco llegamos al hermoso pueblo de Espinaredo que tantas veces pinto sus hórreos el montañero y pintor Nicanor Piñole, en este pueblo hay una de las densidades más elevadas de hórreos de toda Asturias y están muy bien conservados, Espinaredo es uno de los pueblos más interesantes de la región para admira la arquitectura rural tradicional asturiana, por otro lodo no hay que olvidarse de ver el hermoso tejo que hay delante de la iglesia, y aunque está muy hermoso tendrían que tener cuidado y no colgarle carteles ya que el pobre está llego de chinchetas e incluso cuelga de él un panel informativo.
Una vez atravesado Espinaredo seguimos por una carreterina muy estrecha en dirección al pequeño pueblo de Riofabar que es una pequeña aldea por la que parece que no avanza el tiempo, seguimos avanzando y al poco ya llegamos a La Pesanca, nuestro punto de partida y donde podemos dejar nuestro coche.
La Pesanca es una área recreativa, con bancos y mesas de madera a la sombra de castaños, robles, arces, abedules y alisos.
A partir de aquí, la carretera se transforma en una pista forestal que llega hasta la Hoz de Moñacos punto final de nuestra ruta y muy fácil de caminar toda ella.
Bueno pues después de dejar el coche y hacer unas cuantas fotos al área recreativa ya que la tonalidad de los árboles hacia que fuera irresistible el no hacer algunas fotos, nos dirigimos por dicha pista forestal hasta llegar a una pequeña majada llamada el Muñizón, donde podemos encontrar antiguas cabañas muy bien restauradas y acondicionadas incluso con placas solares.
Seguimos adelante, sin desviarnos, al poco rato, a nuestra izquierda, vemos la majada cuyo camino dejamos atrás y en donde también es patente la modernización de sus construcciones. Durante el recorrido pasamos por varios puentes, que cambiarán su nombre dependiendo de la persona a la que se le pregunte, no obstante, algunos se conocen como puente de la Tarantosa, puente de la muerte (en recuerdo de un accidente que costó la vida a varias personas que ajaban en un camión cargado de madera) y entre unos y otros podremos contemplar cómo el río de los Infiernos ha tallado su cauce en la roca viva formando una foz en la que la luz del sol apenas entra. En este trayecto cruzaremos una portilla de madera que impide el paso de los vehículos no autorizados, y también veremos algunos senderos que nos permitirán bajar al río, para poder fotografiar las pequeñas cascadas que en esta zona son muy frecuentes.
En esta primera parte de la ruta, avanzamos a través de un bosque mixto en el que llama la atención la presencia del roble americano, una especie introducida en el siglo XVIII y de grandes hojas lobuladas acabadas en pequeños dientes y que presentaba unas magnificas tonalidades. El sotobosque está literalmente cubierto de helechos que incluso tapizan algunos troncos.

El comienzo de la pista.


Infinidad de pequeños saltos de agua durante todo el camino.

Proseguimos nuestro camino ahora por un tramo umbrío, envueltos por un bosque en el que los musgos cubren de verde los troncos de hayas, robles, y alisos y al poco llegamos a una bifurcación en una zona que recibe el nombre de El Patín, hacia la izquierda sale un camino privado por lo le nosotros sin ninguna perdida nuestro camino.
Enseguida, el camino comienza a ganar altura rápidamente a base de curvas y contra curvas. Casi imperceptiblemente, el bosque va siendo dominado por el haya aunque en las orillas del arroyo de los Cubilones siguen apareciendo avellanos, sauces y robles. De vez en cuando densas manchas de helechos tapizan el suelo del hayedo pero por lo general aparece desnudo, cubierto por un manto castaño de hojas secas con unas tonalidades verdaderamente increíbles. Tras cruzar frente a la estrechez de la Hoz de los Cubilones, la pista se adentra en el Monte Corvera dejando cada vez más atrás el rumor de las aguas embravecidas.
En este último tramo, encontraremos algunas desviaciones, poco marcadas la mayoría de las veces, aunque en ningún caso debemos abandonar el camino principal. Continuamente vamos subiendo de una forma progresiva, manteniendo un buen ritmo sin excesivo esfuerzo. A medida que nos acercamos a la Hoz de Moñacos empiezan a aparecer avellanos al borde del camino que se hacen más abundantes cuando llegamos a la orilla del riachuelo. También crecen arces, acebos y fresnos que no ocultan los altos riscos de la sierra de Pandemules, que se yerguen amenazadores sobre nuestras cabezas.
Al poco tiempo sin ningún esfuerzo salimos a una hermosa pradería rodeada por una loma a modo de anfiteatro cubierto de bosque. Hemos alcanzado el Monte Moñacos en un lugar inmejorable para descansar y tomar un trago y comer un pinchin, contemplando la lejana sierra de Aves a través del estrecho hueco del desfiladero.
El camino de regreso lo aremos por el mismo camino y viendo como nos proporciona una nueva perspectiva del bosque y nos da la oportunidad de descubrir nuevos detalles.

Pablo Lara.

Duración de la ruta: 4 horas.
Dificultad: Ninguna.


Una imagen del bosque del Infierno.



Ver el bosque cargado hasta arriba de Amanita Muscaria era todo un espectáculo que solo se puede ver en otoño.


Todo el camino era una autentica alfombra de hojas.




jueves, 2 de octubre de 2008

Bosque de la Biescona

La Viescona o Biescona es el hayedo situado a menor altitud de toda Europa. Las condiciones climatológicas que tiene la Sierra del Sueve permiten la existencia de este hayedo a tan solo 200m sobre el nivel del mar.



Pocos días de sol y de buen tiempo hubo este verano como el esplendido día que hizo el 27 de septiembre del 2008 y en el que Silvia y yo aprovechamos para hacer la pequeña ruta del impresionante Bosque de la Biescona.
Una ruta de muy fácil caminata y que en no más de cuatro horas en ida y vuelta podremos conocer uno de los bosque de hayas de más belleza de Asturias.
Para llegar al punto de partida cogemos la autovía del Cantábrico con dirección a Colunga, una vez cogida dicha salida seguimos en dirección al mirador del Fito y pasado el primer bar (casa Pancho), seguimos y encontraremos una antiguo bar hoy en día cerrado llamado Casa Julia (todavía tiene el nombre puesto en la pared) a mano derecha, donde podemos dejar el coche
De allí parte un camino amplio por el que iniciamos la caminata y como a cien metros más allá encontraremos un deposito de agua reformado y en perfecto estado y una valla de madera que impide la salida del ganado, en este punto podemos aprovechar para coger agua ya que a parte de los mencioinados depósitos instalaron una fuente que es muy de agradecer.
Se sigue por el camino principal, entre abedules, acebos, castaños y espineras, hasta llegar a una caseta de canalización de agua blanca y azul, donde encontramos un magnifico peral silvestre como se pude ver en la fotografía, la pena es que hasta mediados de noviembre no podremos comer sus pequeños frutos.
Seguimos y al llegar a la segunda caseta el camino se bifurca, nosotros cogeremos el camino que sigue hacia la derecha en una pequeña bajada que va a dar a un pequeño arroyo que en estos momentos estaba seco ya que estamos a principios de otoño y lleva tiempo sin llover, al poco de caminar el paisaje ya cambia totalmente y nos encontramos con los restos de los antiguos edificios de las minas de Toya que por suerte ya están comidos por el propio bosque y talmente parece un pueblo abandonado, si nos fijamos bien como se puede apreciar en la fotografía se observa hasta la bocamina.
Ahora el camino asciende en fácil caminata por un sendero que va paralelo al antiguo cauce de la Riega les Teyes, hoy y esto es una pena está totalmente seco pues sus aguas se han canalizado y desviado más arriba, en esta parte del camino ya abundan los helechos, las setas, los líquenes y los musgos, gracias a que todo este bosque está favorecido por un microclima muy particular, con abundantes lluvias y nieblas de ladera, el cual le permiten tener un grado de humedad constante, muy poco frecuente en Asturias y en toda la península.
Al poco tiempo, van apareciendo las hayas y el camino desciende hacia el cauce de la riega del antiguo río, que discurre encajonado entre rocas.
En este sitio está lleno de helechos que brotan por todas partes, confiriendo al paisaje una belleza singular.
Poco a poco seguimos caminando sin ninguna dificultad y observando el magnifico paisaje hasta que nos situamos en pleno bosque totalmente rodeados de hayas, con el suelo completamente limpio como sucede en todos los hayedos ya que estos no dejan penetrar la luz y dificultan el crecimiento a cualquier otra especie
En esta parte del camino y aunque para mí era un poco pronto por la falta de lluvia encontramos a unos «seteros» en busca del apreciado boletus edulis, después de charlar un poco con ellos nos comentaron que no habían cogido ninguno ya que todavía no había llovido nada pero que gracias a las ganas y la afición que tenían a las setas habían pasado un buen día en este esplendido bosque.
Desde este punto que para mi es el más llamativo de todo el bosque, seguimos caminando por un marcado sendero y esquivando algún que otro haya caído por las tormentas del invierno llegaremos al punto final del bosque, donde nos despide con un haya de porte impresionante, yo creo que es el mayor que e visto en mi vida, en las fotos se puede ver el majestuoso tamaño de este haya que supongo que andará por los 300 años.
Pues nada, nos hicimos unas fotos con el, estuvimos abrazándolo y admirándolo una media hora y otra vez de regreso por el mismo camino.
En definitiva todo este bosques está compuesto por hayas con ejemplares de un porte impresionante tanto por su altura como por el grosor de sus troncos, pero no hay que olvidar también la gran cantidad de acebos también de un tamaño muy importante, espineras y en la zona baja se intercalan con avellanos, arces, fresnos, olmos de montaña, abedules, castaños, perales silvestres como el de la foto con lo cual todo este conjunto forma un bosque verdaderamente digno de ser conocido, que una vez más y como en casi toda Asturias lo único que lo estropea es cuando uno se encuentra las repoblaciones de eucaliptos que se hicieron en los años cuarenta y que no hay manera de erradicar.
Pablo Lara.



Tiempo de la ruta:4 Horas.
Dificultad: Ninguna aunque esta sin señalizar.



Frutos del peral silvestre que encontramos al principio de la ruta.




Fotos de los restos de las minas de Toya en la última se puede apreciar la bocamina.


El sendero que nos introduce ya en el bosque de la Biescona.


Antiguo cauce de la Riega les Teyes.


Impresionante porte y altura que cogen las hayas hacia el medio del bosque.






Varias imágenes de lo que podemos ir encontrando por el sombrío bosque, en la última como se puede ver nada más que entra un rayo de luz nace una nueva planta.


En busca del Boletus Edulis.



El impresionante haya al termino del bosque.

viernes, 26 de septiembre de 2008

PEÑA RUEDA (2.155m)


Esta foto de Peña Rueda fue tomada en marzo del año pasado, desde el pueblo de Cortes.


Todas las rutas que están escritas en este blog ya las había echo con anterioridad un montón de veces antes de escribirlas, pero el caso de Peña Rueda es distinto, era totalmente nueva para mí, por eso tengo que empezar dándole las gracias a Raimundo y a Carmen, un matrimonio que no conocía de nada y que encontré en la campera de May (hacia la mitad del camino) y sin ningún problema me dejaron que les acompañase hasta la cumbre y una vez coronada Peña Rueda bajar con ellos hasta Lindes por otra ruta alternativa que ellos conocían, todavía queda buena gente en el monte.
La verdad es que el conocimiento que tenía Mundo de la zona era exagerada sabía el nombre de hasta la última de las piedras que encontrábamos por el camino, así que les tengo que estar muy agradecido.
El punto de partida de esta ruta que el sábado 20 de septiembre del 2008 hice yo solo es Lindes (930m), un magnifico pueblÍn del concejo de Quirós, en la foto podemos ver la iglesia del pueblo que es justo donde dejamos el coche y desde donde parte la ruta hacia Peña Rueda.
Para llegar a Lindes cogemos la autopista en dirección a Grado y salimos en el desvío a Trubia, seguimos en dirección a Proaza donde siempre hay que hacer una parada obligatoria para tomar un café mañanero para despertar, seguimos en dirección a Bárzana que es la capital del concejo de Quirós.
Una vez atravesado Bárzana seguimos sin perdida ninguna hasta Lindes donde como dije dejaremos el coche en la misma iglesia donde podremos coger agua en una fuente que hay al lado de ella.
Hay que decir que toda la ruta está bien indicada tanto por el cartel informativo al comienzo de la ruta como por todas las señales durante la travesía y a partir de la majada de May esta lleno de mojones hasta la misma cima de Peña Rueda con lo cual en un día sin niebla y con sol como este es difícil perderse.
Comenzamos la caminata en las últimas casas del pueblo donde encontramos el cartel informativo y un antiguo bar ahora ya cerrado y que en su día fue la escuela pública de Lindes. Seguimos avanzando por un buen camino carretero que cruza por las cuadras de Coaña, así como una fuente con abrevadero la cual sería nuestra salvación ya que a la vuelta y todos sin agua por mi culpa y por mi mala planificación, por lo que Mundo y Carmen tuvieron que compartir su agua conmigo, así que cuando llegamos a dicha fuente parecíamos tres camello después de un mes sin beber. Después, el camino, convertido en estos tiempos en un precario sendero debido a la escasa actividad campesina, se eleva directamente por las revuelas de El Carrilín hasta llegar a una bifurcación señalizada doblemente con sendas flechas indicativas, nosotros tomamos el camino a la derecha que es el que nos indica hacia Peña Rueda.
Seguimos caminando en fuerte subida remontando los recuestos de las estribaciones orientales de Peña Rueda, hasta llegar a Manín Fonderu, conjunto de buenas cuadras de piedra y que en esta época del año y anticipándose a la llegada de las setas que tantas ganas tenemos de que llegue estaba todo tapizado de la flor del azafrán como se pude ver en las fotos.
Con un giro a la derecha nos introducimos en un bosque de hayas por el que avanzamos y en el cual tuve que parar varias veces a hacerle alguna foto porque era verdaderamente impresionante, después de este increíble paseo por este pequeño bosque alcanzamos Manín Cimeru, donde hay una cabaña solitaria, en este punto paramos a refrescarnos un poco y a disparar las primeras fotos a Peña Rueda que en ese momento la estaban sobrevolando unos majestuosos buitres (ver foto).
Al poco de caminar tomamos el camino que sube por debajo de un viejo roble y va tomando dirección SO hacia las Colladiellas siguiendo el curso de río Buseca hasta su comienzo.
Giramos luego al S y poco a poco al SO para remontar las muy duras pendientes de Peña Rueda, durante toda la subida es aconsejable hacer paradas para coger un poco de fuerza porque si no la verdad se hace muy duro, en una de estas paradas enfocando ya hacia la cima encontramos un rebaño de vacas que subieron hasta aquí para que les diera la brisa ya que el calor era intenso, después seguimos el camino que marcan los mojones siempre en muy dura subida y al cabo de una hora aproximadamente llegaremos a la cima de ansiada Peña Rueda, después de crestear unos 100 metros antes de llegar al punto geodésico que está situado a 2.155 m.
Una vez quitada la mochila coger un poco de aire ya que se llega con las piernas reventadas, y gorronear un poco de agua, me puse a hacer unas fotos desde la misma cumbre, porque la verdad es que aunque había un poco de bruma las vistas eran inmejorables, por un lado Lindes y Cortes, toda la sierra del Aramo donde se podían distinguir las antenas del Gamoniteiro.
También podíamos ver perfectamente como se ve en las fotos entre otros, de izquierda a derecha: El Tapinón (2115 m.), Siegalavá (2117 m.), Fariñentu (2176 m.), Ubiña la Pequeña (2197 m.), Peña Ubiña (2417 m.), Fontán Norte (2417 m.), El Prau (2364 m.), Peña Colines (2215 m.), La Cigacha (2070 m.), El Ranchón (2162 m.), los Huertos del Diablo (2140 m.), El Tambarón (2024 m.) y Campu Faya (2080 m.)
Para la bajada elegimos aunque hay que decir que los que eligieron eran Mundo y Carmen que conocían esto como la palma de la mano la bajada que discurre por el Vaso de Rueda.
Antes de bajar por el Vaso de Rueda como dije, fuimos a ver toda la línea de trincheras (ver fotos) que hay y que eran de cuando los republicanos defendían la entrada de los nacionales por la parte de León, es increíble el motón de trincheras que hay en esta zona y todas en perfecto estado talmente como si hubiera terminado la guerra ayer, se nota que hasta aquí arriba sube muy poca gente y por eso su perfecto estado de conservación.
Bueno pues después de descender por el Vaso de Rueda lentamente ya que se cargaban mucho las rodillas en poco menos de una hora nos volvemos a situar en la misma Vallina Grande que fue por donde subimos ya desde aquí seguimos por el mismo camino de subida, es decir caminamos hacia la Veiga de Manín, dónde hay una cabaña con techo rojo.
Por delante de la cabaña y a la derecha descendiendo dirección NE entre el bosque sigue el sendero poco reconocible hasta una portilla que pasamos y seguimos descendiendo ya por senda más marcada pasando por Manín, el Carrilón y llegando a Lindes.

Pablo Lara


Duración de la ruta: 7 horas.
Dificultad: Alta



Iglesia de Lindes, donde comienza la dura caminata hacia Peña Rueda.


El impresionante hayedo que se atraviesa antes de llegar a la majada de Manín.




Las majadas ya estaban cubiertas de la flor del azafrán, como adelanto a las setas, y detrás un toro que ni se inmuto con mi presencia.



Peña Rueda vigilada por los buitres.



Todas las vacas se juntaron en una pequeña loma donde más corría la brisa.



Seguimos por la dura subida hacia Peña Rueda y ya vamos dejando el ganado atrás.



Uno de los tantos mojones que encontramos durante la subida.



Carmen y Mundo pasando por una de las primeras cimas que se atraviesan antes de llegar a la cumbre.



Por fin llegando a la cumbre.



Peña Rueda 2.155m.



Ubiña pequeña, Peña Ubiña, Los fontanes y Los Huertos del Diablo.





Unas secuencias de los restos de las trincheras de la guerra civil.



Esta Amanita Pantherina que encontramos de regreso a Lindes, es una de las setas más venenosas que hay en Asturias.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Molinos de Rio Profundo


Uno de los muchos molinos que encontraremos por el camino.



Como la gente ya andaba con ganas de monte pero todavía no habían realizado ninguna ruta durante este verano me propusieron que buscase una ruta fácil de hacer, con buen paisaje y que terminase en un pueblan en el que pudiéramos comer un buen pote asturiano, ya que lo habían echado de menos durante todo el verano y les apetecía comer un buen pote de aldea para recordar el otoño que ya está a la vuelta de la esquina.
Esta ruta que hicimos el 13 de septiembre del 2008 estaba compuesta por Jhonny y Begoña, el señor Paco, la pareja María y Sergio, que se unieron por primera vez a nosotros y que nos prometieron volver, y Silvia y yo.
La ruta escogida se llama «Ruta de Los molinos de Rió Profundo» y discurre entre Valbúcar y Buslaz en el concejo de Villaviciosa, pero nosotros la alargamos un poco más ya que el punto de partida lo hicimos en Amandi porque si la hacíamos desde Valbúcar había que dejar los coches aparcados en el arcén, y por eso decidimos salir desde Amandi que está a unos 500 metros antes de Valbúcar, y el punto final en vez de terminar en Buslaz como indica la ruta nosotros proseguimos por un sendero que va a dar a Sietes donde teníamos encargada la pitanza.
En total 3 horas y media de muy fácil caminata y disfrutando de un paisaje verdaderamente sorprendente.


En el comienzo de la ruta las vistas del río ya eran sorprendentes.


Un grupo de gente en bicicleta con dirección hacia Covadonga.


Uno de los primeros molinos como casi todos en total abandono.



Las vistas eran impresionantes durante todo el comino.


Un poco de historia
Debido a su configuración geográfica, en el Principado se desarrolló una importante industria molinera aprovechando los cientos de corrientes de agua que circulan por la región. La sustitución de la fuerza humana por la hidráulica se produjo en la Edad Media, desde entonces la geografía asturiana comienza a cubrirse de pequeños molinos que aprovechan la energía de los ríos para moler los cereales. La producción de estos molinos se incrementó a partir del siglo XVII gracias a la extensión del cultivo de maíz, procedente de América.
Estos ingenios preindustriales abastecían al concejo de harina de distintos cereales. En cada núcleo rural dónde hubiera un río o riega existía un molinero que molía para todos los vecinos a cambio de una parte de la molienda. En ellos también se reunían los vecinos del pueblo a "conceyu". El hecho de ser un referente para la economía de la comunidad, además de un refugio siempre escondido entre las orillas fluviales, convirtió a los molinos en objeto de leyenda, sobre todo en materia de rumores sobre amoríos y tejemanejes pecaminosos que tenían lugar en su interior.
Toda esta riqueza etnográfica y cultural de los molinos de agua en Asturias queda perfectamente representada en la Ruta Rió Profundo. Una senda sombría pero muy bella que transcurre en paralelo al río. En esta ruta observaremos las localizaciones de los antiguos molinos, concediendo mérito y sentido a una actividad que alimentaba a pueblos enteros. A lo largo de este recorrido descubrimos un total de 19 molinos, algunos de ellos en ruina, otros en semirruina y algún otro en relativo buen estado de conservación.

Después de quedar todos a las 10 de la mañana en la cafetería que tiene el amigo Sergio en Villaviciosa, tomamos un café y un pinchin y Paco y yo tiramos en dos coches hasta Sietes para dejar uno allí mientras que la demás gente ya se dirigía al punto de salida en Amandi
Bueno pues hacia las once ya todos preparados y después de coger un poco de agua en la fuente donde teníamos aparcados los coches emprendemos la fácil caminata con un día esplendido de sol y de temperatura.
De aquí hasta donde oficialmente empieza la ruta (Valbúcar) no hay ninguna perdida ya que es el mismo camino que la ruta andariega de Gijón-Covadonga con lo cual solo tenemos que seguir las famosas marcas del trisquel que ellos usaron para marcar esta ruta, marcas que nos acompañaran hasta el mismo pueblo de Sietes.
Cogemos un pequeño camino que sale de detrás de la capilla de Amandi y al poco nos situamos en la carretera que se dirige a Infiesto, seguimos caminando por esta carretera como 200 metros y ya vemos el panel indicativo del comienzo de la ruta a mano izquierda.
Ahora cogemos el se sendero que pasa pegado a la hermosa finca de la Vega, que tal mente parece un palacete con sus enormes muros de piedra y sus perros ladrando a todo el que pasa.
Seguimos caminamos por la senda que estaba muy embarrada por la lluvia de los días anteriores bordeando esta finca hasta que llegamos al cauce del río. Muy cerca puede verse (la verdad es que mas que verlo hay que imaginárselo) el primero de los molinos: El Molín de Griselda. Después iremos acercándonos a los barrios de Les Veges y Villaverde, donde veremos el Molín de Villaverde. En este punto la senda se termina y salimos a una carretera pavimentada por la que debemos transitar unos 400 metros, lugar en el que encontramos un montón de ciclistas que se dirigían a Covadonga (ver foto) después encontraremos una portilla negra que nos devuelve de nuevo a la senda. Seguiremos remontando el río hasta el Molín del Profundu. Del que sólo quedan sus cuatro muros.
A partir de este punto el camino toma un sentido ascendente, pero sin ninguna dificultad. al poco veremos los restos del Molín de Trabanco, el único de toda la ruta que contaba con vivienda anexa, después el Molín del Pitu. En la zona de la parroquia de Coru alcanzamos los restos del Molín de Joé Xico y a pocos metros de este encontramos el Molín de la Perea.
Tras dejar atrás estos últimos molinos llegamos a una zona abierta de prados donde paramos a refrescarnos un poco y a observar las marcas que dejan los jabalíes al escarbar en la tierra, después del pequeño descanso seguiremos siempre pegados al cauce del río hasta llegar a una zona de bosque y encontraremos las ruinas de los molinos de Perniles y d´Arriba. Un poco más adelante cruzaremos el cauce por una pasarela de hormigón que nos conduce a una pista forestal y a una segunda zona de prados. En este punto tomaremos la pista hacia la izquierda e iremos bordeando la vega. Más adelante nos encontramos con una bifurcación. Aquí tomaremos el camino de la derecha hasta llegar a los restos del Molín de Pascual, por un tramo llano que discurre en parte por la antigua canal de este molino (ver foto), todo esto sin ningún problema ya que está todo muy bien indicado
Llegaremos a una nueva bifurcación donde se encuentra el Molín de Lalón. Tomamos la senda ascendente a la derecha hasta el Molín de La Ullina. Subimos unas viejas escaleras, atravesamos un bosque de álamos que nos llevará hasta el singular escenario del Molín de la Peña y su cascada donde aprovechamos todos para hacernos unas fotos y hacer otro pequeño descanso antes de acometer la primera de las subidas en toda la ruta. Continuamos por la senda que sube por la margen izquierda de la cascada camino del Molín del Esprón. Desde aquí, y tras atravesar una nueva zona de prados, llegamos a otra zona de bosque en la que iremos viendo los molinos de Rea, Peruya, Rosicu y d´Arriba, con muy poca distancia entre ellos. El Molín d´Arriba es el molino que se encuentra en mejor estado de conservación de toda la ruta, como se puede apreciar en la foto.
Finalmente seguiremos remontando el río en pronunciada subida pero sin mayor dificultad hasta llegar a una pista que nos llevará, tras una ascensión de un kilómetro, (aquí empezaron las protestas de Jhonny) hasta la localidad de Buslaz, este último tramo esta todo rodeado de manzanos ya a punto de poder recogerse, y por como estaban de cargados los frutales supongo que será un buen año de sidra.
Una vez todos agrupados en Buslaz ya que debido a la pendiente nos habíamos separado un poco, pues bueno cogemos un poco de aire, y nos dirigimos a la capilla donde se coge por detrás de ella un ramal que nos lleva directamente a sietes.
El pueblo de Buslaz nos dejo a todos gratamente sorprendidos, yo hacia dos años que había echo la ruta Gijón-Covadonga andando y no había vuelto a pasar por el, hay que decir que está sumamente cuidado y limpio, tanto sus casas como sus hórreos y paneras y con unos vecinos de gran amabilidad con nosotros que nos indicaron en todo momento el camino a seguir.
Una vez detrás de la capilla cogemos un pequeño sendero en suave pendiente y en no más de media hora nos sitúa en la parte alta de Sietes.
Una vez en Sietes es visita obligada el conjunto de hórreos con pegollos de madera, que son unos de los más antiguaos de Asturias y la pena es que el Principado de Asturias deje caer estos hórreos como se puede ver en las fotografías y no haga nada por subvencionarlos y cuidarlos como se merecen ya que es uno de los pueblos que más hórreos tiene de Asturias.
Este pueblo se denomina Sietes porque originariamente había solo siete casas. Antaño era una villa pujante con Casino, siendo el primer pueblo del concejo de Villaviciosa que tuvo corriente y luz eléctrica en todas las casas.

En definitiva es una ruta que se encuentra muy bien señalizada y aunque sea una pena que los molinos estén totalmente abandonados y comidos por la maleza es muy aconsejable por su pequeña dificultad su gran belleza y que está todavía muy poco explotada ya que en todo el camino no encontramos ni a una sola persona.

Bueno pues por fin llego la hora que tanto esperaba la gente, y una vez puesta la ropa seca que teníamos en el coche nos dirigimos todos a Casa Prida a comer el ansiado pote asturiano.
Casa Prida en una antigua casa de comidas que inauguró este nuevo local en el mes de junio (por cierto yo fui la primera persona en tomar un culin de sidra en este local por pura casualidad), antes el chigre lo tenia situado en la planta baja de la fonda donde tantos inviernos nos acercamos Silvia y yo a dormir y a cenar sus famosos callos y sus no menos famosos huevos con picadillo y patatas.
Este restaurante es el mejor ejemplo de como deberían evolucionar esas entrañables casas de comidas que tanto echamos de menos en Asturias. Aquí la comida se mantiene como hace un siglo, conservando la tradicional forma de guisar.
En la decoración del nuevo local la verdad no se esforzaron nada de nada y es un poco fría por no decir mucho pero aquí en verdad a lo que se viene es a comer y a disfrutar de la comida.
Las raciones siguen siendo sin límite, de las que te ponen las perolas de pote por un lado y el compango por otro y si se termina otra fuente ósea aquí hasta que se reviente y luego viene lo dulcino, arroz con leche de casa y tarta de galletas ósea para reventar.
Cuando se viene a comer a Sietes, que no hay porque venir caminando sino que podemos acercarnos perfectamente en coche y disfrutar de una placentera excursión observando todo este valle, y ya una vez aquí dar un paseo y contemplar la cantidad de hórreos que todavía quedan en pie, porque si venimos con prisa llegaremos mareados.
Esta casa de comidas y la fonda que todavía sigue funcionando pero ahora ya sin el chigre en la parte de abajo está regentado por este matrimonio que lo llevan perfectamente y que son de una gran amabilidad en todos los aspectos tanto en la casa de comidas como en el pequeño hotelin de solo 3 habitaciones.
Pablo Lara.
Duración de la ruta. 3horas y media.
Duración del pote: Dos horas.
Dificultad: Ninguna


El grupo en uno de los pocos claros que había durante toda la ruta.





Uno de los canales que llevaba agua al molino.



Una zona de las más bonitas de toda la ruta.



Otra vista de uno de los molinos mejor conservados.



La gente del pueblo ya se prepara para el invierno.





Una serie de fotos de los hórreos de Sietes, y como se puede ver en la última de ellas algunos de los hórreos en total fase de ruina por la dejadez del Principado.



Casa Prida, donde comimos el magnifico pote asturiano.



Por fin, la hora de la gran pitanza.



Un buen pote siempre va acompañado de un buen compangu.