jueves, 23 de octubre de 2008

BOSQUE DEL RIO INFIERNO



Area recreativa de la Pesanca.



Y por fin el Otoño.

El otro día me decía un amigo que porqué ponía en el relato del Picu Pienzu que cuando llegaría el otoño, que si no me gustaba el verano, y le dije que ni hablar que a mí el verano me encanta pero que en cambio para mí el otoño tiene algo muy especial en Asturias.
Para la gran mayoría de los asturianos, el otoño es una estación oscura, triste y siniestra, por un lado la vuelta al trabajo, poner al día las tarjetas de crédito que las dejamos temblando durante el verano y el saber que nos esperan otros once meses para poder disfrutar de las ansiadas vacaciones de verano.
Yo en cambio descubrí que el otoño es la mejor época del año para caminar por los bosques asturianos y si encima eres aficionado a las setas como yo entonces la estación del otoño todavía se pone mucho más interesante.
Durante la época del otoño Asturias es un verdadero paraíso en todos los sentidos, hay una increíble combinación de olores, colores y porqué no de sabores (setas, castañas, nueces, avellanas, sidra dulce).
Caminar por un bosque asturiano como el bosque que aquí relato en otoño es algo muy especial, el increíble color de los hayedos, todo el registro de tonalidades al penetrar la luz entre los árboles y ese extraordinario perfume que hay dentro de los bosques, la verdad es que es algo digno de disfrutar en esta época y yo aconsejaría que todo el que pueda se de un paseo por un bosque en otoño que no se arrepentirá nada.
Luego no podemos olvidar a los que les guste el buen comer como a mí, que el otoño es una verdadera fiesta gastronomica, ya empiezan esas jornadas de pote que organizamos después de cada ruta, como el pote de chus el Sastre, Casa Laureano, el de casa Prida en sietes y no enumero más porque os aburriría, sin olvidar las famosas jornadas de los callos que comienzan en otoño, la gran época de la matanza y todo los manjares que nos ofrece tan majestuoso animal y como no la caza esos platinos de corzo o jabalí, y esos amaguestos de otoño con un poco de sidra del duernu. (no sigo hablando de comida porque ya estoy babeando).
Para mí hoy empezó el ansiado otoño ya que aparte de disfrutar de un día en el bosque del infierno, la recogida de setas fue muy fructífera (ver foto), y como no, llegar a casa y poder disfrutar de dicho trofeo es todo un placer.
después del ejercicio y el aire puro de dicho bosque, llegar a casa una duchina y ponerse a elegir las mejores setas con ese olor a bosque que le da una fragancia increíble a toda la casa, y ponerse a cocinar con una buena botellina de vino en estos días que ya empiezan a acortarse y que solo apetece estar en casa ya sea por el tiempo o por la crisis que estamos pasando.
Por eso como le dije a mi amigo bienvenido sea el otoño coño.

Mi gran trofeo de Macrolepiontas Proceda después de la ruta.


EL BOSQUE DEL INFIERNO

El punto de partida para realizar esta ruta que hice en solitario el día 18 de octubre del 2008, es el área recreativa de La Pesanca, para llegar hasta allí primero nos dirigimos hasta Infiesto una vez atravesado el pueblo cogemos una estrecha carretera local que sale a mano derecha con dirección a Espinaredo a través de un valle de laderas boscosas y prados que ocupan todo el ancho de la vega, este día, todas estas vegas estaban de macrolepiotas proceda hasta arriba con lo cual antes de llegar al punto de partida ya había recogido mi cesta entera de dicha setas, bueno pues seguimos camino entre las caserías y al poco llegamos al hermoso pueblo de Espinaredo que tantas veces pinto sus hórreos el montañero y pintor Nicanor Piñole, en este pueblo hay una de las densidades más elevadas de hórreos de toda Asturias y están muy bien conservados, Espinaredo es uno de los pueblos más interesantes de la región para admira la arquitectura rural tradicional asturiana, por otro lodo no hay que olvidarse de ver el hermoso tejo que hay delante de la iglesia, y aunque está muy hermoso tendrían que tener cuidado y no colgarle carteles ya que el pobre está llego de chinchetas e incluso cuelga de él un panel informativo.
Una vez atravesado Espinaredo seguimos por una carreterina muy estrecha en dirección al pequeño pueblo de Riofabar que es una pequeña aldea por la que parece que no avanza el tiempo, seguimos avanzando y al poco ya llegamos a La Pesanca, nuestro punto de partida y donde podemos dejar nuestro coche.
La Pesanca es una área recreativa, con bancos y mesas de madera a la sombra de castaños, robles, arces, abedules y alisos.
A partir de aquí, la carretera se transforma en una pista forestal que llega hasta la Hoz de Moñacos punto final de nuestra ruta y muy fácil de caminar toda ella.
Bueno pues después de dejar el coche y hacer unas cuantas fotos al área recreativa ya que la tonalidad de los árboles hacia que fuera irresistible el no hacer algunas fotos, nos dirigimos por dicha pista forestal hasta llegar a una pequeña majada llamada el Muñizón, donde podemos encontrar antiguas cabañas muy bien restauradas y acondicionadas incluso con placas solares.
Seguimos adelante, sin desviarnos, al poco rato, a nuestra izquierda, vemos la majada cuyo camino dejamos atrás y en donde también es patente la modernización de sus construcciones. Durante el recorrido pasamos por varios puentes, que cambiarán su nombre dependiendo de la persona a la que se le pregunte, no obstante, algunos se conocen como puente de la Tarantosa, puente de la muerte (en recuerdo de un accidente que costó la vida a varias personas que ajaban en un camión cargado de madera) y entre unos y otros podremos contemplar cómo el río de los Infiernos ha tallado su cauce en la roca viva formando una foz en la que la luz del sol apenas entra. En este trayecto cruzaremos una portilla de madera que impide el paso de los vehículos no autorizados, y también veremos algunos senderos que nos permitirán bajar al río, para poder fotografiar las pequeñas cascadas que en esta zona son muy frecuentes.
En esta primera parte de la ruta, avanzamos a través de un bosque mixto en el que llama la atención la presencia del roble americano, una especie introducida en el siglo XVIII y de grandes hojas lobuladas acabadas en pequeños dientes y que presentaba unas magnificas tonalidades. El sotobosque está literalmente cubierto de helechos que incluso tapizan algunos troncos.

El comienzo de la pista.


Infinidad de pequeños saltos de agua durante todo el camino.

Proseguimos nuestro camino ahora por un tramo umbrío, envueltos por un bosque en el que los musgos cubren de verde los troncos de hayas, robles, y alisos y al poco llegamos a una bifurcación en una zona que recibe el nombre de El Patín, hacia la izquierda sale un camino privado por lo le nosotros sin ninguna perdida nuestro camino.
Enseguida, el camino comienza a ganar altura rápidamente a base de curvas y contra curvas. Casi imperceptiblemente, el bosque va siendo dominado por el haya aunque en las orillas del arroyo de los Cubilones siguen apareciendo avellanos, sauces y robles. De vez en cuando densas manchas de helechos tapizan el suelo del hayedo pero por lo general aparece desnudo, cubierto por un manto castaño de hojas secas con unas tonalidades verdaderamente increíbles. Tras cruzar frente a la estrechez de la Hoz de los Cubilones, la pista se adentra en el Monte Corvera dejando cada vez más atrás el rumor de las aguas embravecidas.
En este último tramo, encontraremos algunas desviaciones, poco marcadas la mayoría de las veces, aunque en ningún caso debemos abandonar el camino principal. Continuamente vamos subiendo de una forma progresiva, manteniendo un buen ritmo sin excesivo esfuerzo. A medida que nos acercamos a la Hoz de Moñacos empiezan a aparecer avellanos al borde del camino que se hacen más abundantes cuando llegamos a la orilla del riachuelo. También crecen arces, acebos y fresnos que no ocultan los altos riscos de la sierra de Pandemules, que se yerguen amenazadores sobre nuestras cabezas.
Al poco tiempo sin ningún esfuerzo salimos a una hermosa pradería rodeada por una loma a modo de anfiteatro cubierto de bosque. Hemos alcanzado el Monte Moñacos en un lugar inmejorable para descansar y tomar un trago y comer un pinchin, contemplando la lejana sierra de Aves a través del estrecho hueco del desfiladero.
El camino de regreso lo aremos por el mismo camino y viendo como nos proporciona una nueva perspectiva del bosque y nos da la oportunidad de descubrir nuevos detalles.

Pablo Lara.

Duración de la ruta: 4 horas.
Dificultad: Ninguna.


Una imagen del bosque del Infierno.



Ver el bosque cargado hasta arriba de Amanita Muscaria era todo un espectáculo que solo se puede ver en otoño.


Todo el camino era una autentica alfombra de hojas.




jueves, 2 de octubre de 2008

Bosque de la Biescona

La Viescona o Biescona es el hayedo situado a menor altitud de toda Europa. Las condiciones climatológicas que tiene la Sierra del Sueve permiten la existencia de este hayedo a tan solo 200m sobre el nivel del mar.



Pocos días de sol y de buen tiempo hubo este verano como el esplendido día que hizo el 27 de septiembre del 2008 y en el que Silvia y yo aprovechamos para hacer la pequeña ruta del impresionante Bosque de la Biescona.
Una ruta de muy fácil caminata y que en no más de cuatro horas en ida y vuelta podremos conocer uno de los bosque de hayas de más belleza de Asturias.
Para llegar al punto de partida cogemos la autovía del Cantábrico con dirección a Colunga, una vez cogida dicha salida seguimos en dirección al mirador del Fito y pasado el primer bar (casa Pancho), seguimos y encontraremos una antiguo bar hoy en día cerrado llamado Casa Julia (todavía tiene el nombre puesto en la pared) a mano derecha, donde podemos dejar el coche
De allí parte un camino amplio por el que iniciamos la caminata y como a cien metros más allá encontraremos un deposito de agua reformado y en perfecto estado y una valla de madera que impide la salida del ganado, en este punto podemos aprovechar para coger agua ya que a parte de los mencioinados depósitos instalaron una fuente que es muy de agradecer.
Se sigue por el camino principal, entre abedules, acebos, castaños y espineras, hasta llegar a una caseta de canalización de agua blanca y azul, donde encontramos un magnifico peral silvestre como se pude ver en la fotografía, la pena es que hasta mediados de noviembre no podremos comer sus pequeños frutos.
Seguimos y al llegar a la segunda caseta el camino se bifurca, nosotros cogeremos el camino que sigue hacia la derecha en una pequeña bajada que va a dar a un pequeño arroyo que en estos momentos estaba seco ya que estamos a principios de otoño y lleva tiempo sin llover, al poco de caminar el paisaje ya cambia totalmente y nos encontramos con los restos de los antiguos edificios de las minas de Toya que por suerte ya están comidos por el propio bosque y talmente parece un pueblo abandonado, si nos fijamos bien como se puede apreciar en la fotografía se observa hasta la bocamina.
Ahora el camino asciende en fácil caminata por un sendero que va paralelo al antiguo cauce de la Riega les Teyes, hoy y esto es una pena está totalmente seco pues sus aguas se han canalizado y desviado más arriba, en esta parte del camino ya abundan los helechos, las setas, los líquenes y los musgos, gracias a que todo este bosque está favorecido por un microclima muy particular, con abundantes lluvias y nieblas de ladera, el cual le permiten tener un grado de humedad constante, muy poco frecuente en Asturias y en toda la península.
Al poco tiempo, van apareciendo las hayas y el camino desciende hacia el cauce de la riega del antiguo río, que discurre encajonado entre rocas.
En este sitio está lleno de helechos que brotan por todas partes, confiriendo al paisaje una belleza singular.
Poco a poco seguimos caminando sin ninguna dificultad y observando el magnifico paisaje hasta que nos situamos en pleno bosque totalmente rodeados de hayas, con el suelo completamente limpio como sucede en todos los hayedos ya que estos no dejan penetrar la luz y dificultan el crecimiento a cualquier otra especie
En esta parte del camino y aunque para mí era un poco pronto por la falta de lluvia encontramos a unos «seteros» en busca del apreciado boletus edulis, después de charlar un poco con ellos nos comentaron que no habían cogido ninguno ya que todavía no había llovido nada pero que gracias a las ganas y la afición que tenían a las setas habían pasado un buen día en este esplendido bosque.
Desde este punto que para mi es el más llamativo de todo el bosque, seguimos caminando por un marcado sendero y esquivando algún que otro haya caído por las tormentas del invierno llegaremos al punto final del bosque, donde nos despide con un haya de porte impresionante, yo creo que es el mayor que e visto en mi vida, en las fotos se puede ver el majestuoso tamaño de este haya que supongo que andará por los 300 años.
Pues nada, nos hicimos unas fotos con el, estuvimos abrazándolo y admirándolo una media hora y otra vez de regreso por el mismo camino.
En definitiva todo este bosques está compuesto por hayas con ejemplares de un porte impresionante tanto por su altura como por el grosor de sus troncos, pero no hay que olvidar también la gran cantidad de acebos también de un tamaño muy importante, espineras y en la zona baja se intercalan con avellanos, arces, fresnos, olmos de montaña, abedules, castaños, perales silvestres como el de la foto con lo cual todo este conjunto forma un bosque verdaderamente digno de ser conocido, que una vez más y como en casi toda Asturias lo único que lo estropea es cuando uno se encuentra las repoblaciones de eucaliptos que se hicieron en los años cuarenta y que no hay manera de erradicar.
Pablo Lara.



Tiempo de la ruta:4 Horas.
Dificultad: Ninguna aunque esta sin señalizar.



Frutos del peral silvestre que encontramos al principio de la ruta.




Fotos de los restos de las minas de Toya en la última se puede apreciar la bocamina.


El sendero que nos introduce ya en el bosque de la Biescona.


Antiguo cauce de la Riega les Teyes.


Impresionante porte y altura que cogen las hayas hacia el medio del bosque.






Varias imágenes de lo que podemos ir encontrando por el sombrío bosque, en la última como se puede ver nada más que entra un rayo de luz nace una nueva planta.


En busca del Boletus Edulis.



El impresionante haya al termino del bosque.