Hace más ruido un árbol cuando cae, que un bosque cuando crece.
Puede que esta ruta halla sido una de las que mejor sabor de boca nos a dejado últimamente, porque no creo que nadie de los que participaron en ella y que no la conocían pensarán que sería de una belleza tan grande.
A la ruta del Tabayón del Mongallu que realizamos el día 17 de Octubre del 2009 fuimos, Carlos, Paco, Rafa, Pablo (un tocallu mio), y los hermanos Fombona, Sergio y Laura y por supuesto no nos podemos olvidar del perro de Laura el bueno de Mak.
Esta ruta Parte del mismo pueblo de Tarna, dicho pueblo está situado a 990 metros de altitud. Cuando uno llega a Tarna se da cuenta que no es el típico pueblo del concejo de Caso sino que está construido en dos calles totalmente paralelas y esto se debe a que este pueblo fue totalmente destruido durante la guerra civil y después de dicha guerra fue reconstruido a cargo de la Dirección General de Regiones Devastadas.
Bueno pues como a eso de las 11 de la mañana y después de haber desayunado en Campo Caso y como no, haber comprado la famosa empanada de Higinio sin duda una de las mejores de Asturias, pues aparcamos en la plaza de Tarna al lado de la Iglesia, nos preparamos y venga a caminar que hay mucho que ver.
A la entrada del pueblo, junto al puente que cruza las aguas del mítico Río Nalón está situado el panel informativo de dicha ruta (P.R. AS-60).
Con un sol espléndido pero con una temperatura todavía un poco baja (cuando aparcamos los coches marcaban cinco grados), atravesamos el puente y tomamos la pista de hormigón que es el mismo camino que se dirige al cementerio del pueblo, proseguimos el camino ya protegidos bajo grandes árboles y pasando al lado de las praderías de Los Llinares y El Otero, desde este punto ya teníamos unas impresionantes vistas del Cantú del Oso.
Seguimos caminando sin ninguna dificultad y al rato llegamos aun cruce de caminos donde tenemos un panel indicativo que nos señala las dos opciones que tenemos, una a la derecha hacia el Tabayón y la otra hacia la izquierda hacia el Llanu del Toro.
Tras alguna protesta por parte del grupo, ya que el camino es todo en dura pendiente los convencí para ir a contemplar el espléndido y pequeño bosque del monte Cabanielles y los majestuosos robles que allí se encuentran, poco a poco este camino va profundizando en el bosque y conduciéndonos primeramente hasta un amplio claro donde concluye el camino marcado, pero sin ninguna perdida y siguiendo las marcas blancas y amarillas seguimos un fino y desdibujado sendero que en corta pero dura subida nos conduce sin ninguna pedida hasta los famosos robles centenarios.
Al llegar al primer roble y tras coger un poco de aliento después de la dura subida nos pusimos todos a contemplar el majestuoso árbol y por supuesto a hacernos unas fotos a su lado ya que no todos los días se puede contemplar un roble de tan majestuoso tamaño.
Este roble en concreto tiene un diámetro de 9.7 metros y está cercado por una valla de madera al pie del cual hay un panel informativo (ver foto).
Toda este pequeño bosque como en casi todo el recorrido estamos en una zona donde abundan por supuesto los imponentes robles y hayas sin olvidarnos de los avellanos y algún que otro acebo.
Al poco tiempo y todavía embelesados por la impresionante belleza del pequeño bosque de Cabanielles nos dirigimos de nuevo hasta el cruce señalizado donde cogemos ahora la dirección bien indicada que nos manda hacia el Tabayòn.
Al poco de seguir nuestra caminata cruzamos por un pequeño puente de madera el arroyo Requexada y en suave y cómoda subida vamos atravesando sobre la zona alta de los prados de Les Cabanielles, seguimos caminando por esta pequeña ladera, ahora ya casi sin desnivel y nos vamos otra vez introduciendo nuevamente en el bosque de hayas y robles que en esta época del año tiene un colorido y unas tonalidades ocres verdaderamente impresionantes, poniendo a nuestros pies una autentica alfombra de hojarasca.
Uno de los famosos robles del Llanu del Toro.
Tras seguir por el amplio y ancho camino y contemplando el magnifico bosque llegamos a la fuente de Los Arellales, situada al mimo borde de dicho camino y en donde también hay una mesa de madera con sus bancos para poder hacer una parada en el camino y contemplar este impresionante lugar.
A partir de aquí el camino se va convirtiendo en un simple sendero pero siempre sin ninguna perdida, al poco volvemos a atravesar por un pequeño puente también de madera otro de los múltiples arroyos del camino.
Vamos ahora poco a poco saliendo ya del bosque y a lo lejos ya podemos contemplar el afamado Tabayón del Mongallu y por delante de él la majada de La Campona, prosiguiendo por el sendero y descendemos ahora hacia los amplios prados de la antigua majada de pastores de la Campona en donde si nos fijamos todavía quedan restos de una solitaria cabaña, desde este lugar a parte de las magnificas vistas que ya tenemos del Tabayón, también podemos contemplar el imponente Cantú del Oso.
Desde La Campona tomamos un sendero que nos lleva a cruzar por unas piedras el cauce del arroyo del Mongollu, y poco a poco y sin mucha dificultad nos vamos acercando a la cascada, volvemos a cruzar nuevamente el cauce del arroyo y ya en el otro lado del río retomamos un desdibujado sendero de blanquecinas piedras que sin ninguna perdida nos conduce entre monte bajo y matojos directamente a la base de la cascada donde unos metros antes pudimos ver un panel informativo.
El famoso Tabayón del Mongallu, (en bable la palabra tabayón significa cascada o salto de agua) es verdaderamente impresionante, esta cascada que se inicia a una altura de unos 1.250 metros de altitud hace que el agua caiga por estas paredes y se desplome formando una impresionante columna de agua que con el ímpetu y la furia de la caída hace que se rompan formando unas nubes de agua pulverizada al chocar contra las rocas.
Poco a poco fuimos llegando todos asta la base de la cascada donde aprovechamos para sacar un montón de fotos sorprendidos tanto por el espectáculo dicha cascada como el impresionante sonido que esta transmitía.
Bajamos ahora nuevamente ya de regreso hasta la majada de La Campona donde aprovechamos entre los restos de piedra de la cabaña mencionada antes para tomar un tentempié que fue gentileza de Rafa y de Sergio, con el sol que en ese momento pegaba, con unos buenos tragos de la bota de vino (también de Rafa) y todo ello acompañado de un buen jamonín ibérico unas anchoas insuperables, unos mejillones y rodeado de amigos y con el Tabayón del Mongallu al fondo que mejor vermut puede habar en el mundo.
Una vez tomado el vermutín mañanero proseguimos nuestro camino de regreso en el que sin prisa y charrando por el camino de las increíbles vistas de las que pudimos disfrutar durante toda la ruta llegamos a eso de las dos de la tarde y con un sol de justicia a Tarna, punto de partida y donde teníamos los coches.
Un rápido cambio de ropa un poco de aseo en la fuente del pueblo y por supuesto sin olvidarnos de dar de beber al bueno de mak y ala al bar tienda (que pocos quedan en Asturias por desgracia y como me gustan) una ronda de cervezas en la terracina de dicho bar y a por la famosa empanada de la panadería Suspiros del Nalón de Campo Caso.
Hacia casi dos años que no compraba una de estas afamadas empanadas pero nada más probarla (que por cierto el señor Paco ya la había pellizcado y ya le faltaba un pedazo), el tiempo es como si se parara por arte de magia, se nos habían olvidado el cansancio y la fatiga de la ruta, en conclusión una empanada impresionante.
Como habíamos quedado con Johny (su señora no vino), con Corujo su mujer y la pequeña de Isabel a las tres y media de la tarde en la casa de comidas y todavía era un poco pronto, decidimos ir todos a tomar unos culetes de sidra a Bezanes, y que gusto, que pueblo más agradable y que terraza en el bar la Bolera más cojonuda, otra ronda de sidra y a disfrutar del día que lo merece, como a la media hora me dice Paco, Lara vamos que no llegamos a la comida, así que cogemos los coches y para Pendones.
La famosa empanada de Higinio el de Campo Caso.
CASA ISABEL
No me cansaré nunca de recomendar esta casa de comidas, porque la verdad es que ya quedan muy pocas en Asturias, y que se coma como en esta menos todavía.
Aquí en Casa Isabel estamos ablando de un chigre de los de antes, de trato amable y comida a la antigua en cocina de carbón, en el que parece que se detuvo el tiempo, según entras por la puerta parece que entras en un chigre de los años setenta, donde después de comer los lugareño echan la partida las cartas con el correspondiente “sol y sombra” y la farias entre los dientes.
Nada más entrar en el diminuto comedor ya nos recibió la hija de Isabel con la amabilidad de siempre, en verdad yo había reservado mesa para ocho pero al final éramos diez así que rápidamente la buena de la señora nos acomodo como pudo muy amablemente.
Bueno a lo que vamos, aquí la comida es contundente, le preguntamos que podíamos comer y sin más nos dijo que nos sentáramos que ya se ocupaba ella, así que a callar y a disfrutar,.
De primero unes fabes con jabalí que hacia mucho pero mucho tiempo que no comía fabes tan tiernas como estas y con sabor tan exquisito, y eso que para mí el que dijo fabes dijo fabada, de segundo nos puso una potada de callos encima de la mesa que parecía una rueda de camión, para mi y para todos creo que fue lo más flojo de toda la comida, pero bueno una mala tarde de toros la tiene cualquiera, de tercero un picadillo de venado con patates un poco picante que estaba impresionante, de cuarto carne guisada a la antigua con arbeyos y patatines que yo no probé pero me dijeron que exquisita, de quinto y por último un cordero con patatinos que yo con la fartura que ya tenía todavía repetí dos veces porque era tierno como la espuma y la salsina algo del otro mundo.
Bueno y ahora los postres que por supuesto en su línea, nos puso un par de bandejas de arroz con leche con un poquitín de canela y un poco de azúcar requemado que era para chupares los dedos y eso que yo no soy nada goloso, y la otra parte del grupo pidió requesón casero con arandanos que según ellos de una calidad exquisita.
Después de esta impresionante fartura salimos como pudimos del comedor a tomar los cafetinos de puchero y una botellina de orujo que nos puso (que la dejamos temblado), a la terraza a disfrutar del sol de la tarde y a contemplar el Tiatordos
En resumen un sitio de trato amable de comida fabulosa y en un pueblín precioso, que coño mas se puede pedir por este dinero (ver foto) en tiempos de crisis.
Una cosa que se me olvidaba, totalmente imposible comer sin reservar.
Tiempo de la ruta: 4 Horas.
Dificultad: Baja.
Tiempo de la pitanza: 3 Horas.
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Tanto la comida como el precio impresionantes, gracias Isabel.
En la formidable terraza del chigre.
La mamá con Isabel, la futura montañera.
1 comentario:
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