Por humilde que parezca la
altura de este precioso picacho, ya que solo mide 1.437m, uno tiene que
esforzarse bastante para hacer cumbre en él, por un lado tenemos que superar un
desnivel de casi mil metros de altura con lo que eso conlleva y luego realizar
unas cómodas trepadas para poder llegar hasta su cumbre, así que este pico de
tan poca altura exige algo mas esfuerzo de lo que nos tienen acostumbrado estas
modestas alturas.
El punto de partida para esta bonita y dura ruta de
montaña en el pueblo de San Pedro de Bedoya, para llegar hasta el nos dirigimos
hasta Unquera, proseguimos hasta Panes y un poco antes de llegar al famoso
pueblo cantabro de Potes cogemos una desviación hacia la izquierda que nos
conduce en poco tiempo hasta el puebín de San Pedro de Bedoya (550m).
Comenzamos la dura y bonita ruta hacia la Peña Ventosa a
eso de las once de la mañana con un sol y una temperatura inmejorables, nada
mas empezar y desde el mismo pueblo cogemos una pista que ya desde el comienzo
es en fuerte y dura subida sin descanso hasta llegar al collado donde está el
refugio. Cruzamos nada mas empezar el puente del río Santo y emprendemos la
subida por la pista que recorre el valle y los montes de Bedoya a través de un
bonito robledal de nombre “Territorio Canopy” y siempre como digo en
pronunciada subida y ganando altura rápidamente, encontraremos un par de
bifurcaciones por el camino pero nosotros seguiremos todo el tiempo sin
salirnos de la empinada pista y continuando nuestra andadura a la sombra del
robledal, al poco llegamos a un abrevadero en el que paramos a coger agua y a
realizar un pequeño descanso para refrescarnos ya que el calor empieza a
apretar y eso que estamos caminando todo el tiempo a la sombra. Todo este
camino es el antiguo Camino Real que unía Liébana con la marina hasta que a
mitad del siglo XIX se construyó la
carretera de la Hermia.
Después de una hora larga por esta senda que no nos dio
tregua ni un momento y nos puso a prueba nuestras piernas llegamos al collado
Taruey (1.234m) un collado con unas vistas impresionantes a todo el valle y
donde está situado un refugio de montaña y una cuadra para el ganado, en este
punto volvemos a realizar un descanso para agruparnos todos ya que desde este
punto iniciaremos el ascenso a Peña
Ventosa. Después del breve descanso volvemos a colocarnos las mochilas y
emprendemos la marcha por senda bien marcada hasta un pequeño collado (1.332m)
desde el cual ya podemos ver nuestro objetivo, Peña Ventosa, descendemos ahora
unos metros para después de un largo e incomodo trayecto a media ladera iniciar
el costoso ascenso a la Peña.
Un espectacular y aéreo cresteo nos acerca a la última
pared (ladera S.), nos encaramos primero por una zona herbosa y por supuesto
ayudándonos de las manos en todo momento, pasamos después a una zona pedregosa
la cual atravesamos con sumo cuidado debido a la gran cantidad de piedras
sueltas que encontramos. Tras una pequeña trepada desembocamos en otra empinada
canal la cual también tenemos que atravesar ayudándonos de las manos, después
de esta trepada cogemos un poco de aliento y nos refrescamos un poco ya que el
sol nos estaba castigando de lo lindo a estas horas, emprendemos de nuevo la
dura subida y cogemos el último tramo el cual realizamos también con ayuda de
las manos pero ya un poco mas suave que los anteriores y por fin y después del
duro esfuerzo llegamos a la cumbre de Peña Ventosa (1.437m), esta peña no
destaca en absoluto por su altitud, pero si que destaca por su ascensión
expuesta y complicada la cual me sorprendió muchísimo ya que para mí este pico
era totalmente desconocido y por supuesto también me sorprendió gratamente por
ser una magnífica atalaya desde la cual pudimos disfrutar de unas
extraordinarias vistas.
A lo lejos por fin ya divisamos el refugio.
Iniciamos el camino hacia la cumbre.
El camino a seguir se aprecia perfectamente.
Después de alcanzar otro pequeño collado ya podíamos divisar a lo lejos (foto con zoom) nuestro objetivo del día.
El grupo disfrutando de las vistas desde la cumbre.
El pueblo de Santa María de Lebeña (215m) donde termina nuestra ruta de hoy.
Las vistas desde la cumbre con un día tan despejado eran preciosas.
Como siempre después del descanso en la cumbre y de las
fotos de rigor nos preparamos para el descenso el cual realizamos por el mismo
camino y con mucho cuidado, poco a poco y apoyando el culo vamos descendiendo y
perdiendo altura siguiendo siempre los pasos del compañero que va delante,
volvemos a crestear y nos situamos en una pequeña majada la cual elegimos para
comer ya que el tiempo se nos echaba encima, poco pudimos comer la mayoría ya
que con el esfuerzo y el calor de la subida a la mayoría se nos había terminado
la bebida y lo que me menos nos apetecía era comer, así que simplemente comimos
unas galletas y algo de chocolate y volvimos a emprender la marcha hasta el
refugio por el que habíamos pasado por
la mañana.
Desde este punto ya es todo bajada hasta el final de la
ruta, primero pasamos por un precioso hayedo donde nos juntamos de nuevo con
los senderistas los cuales habían visitado un bosque cercano de tejos,
proseguimos nuestra caminata por senda bien marcada y llegamos a una pista que
en duro descenso pero con unas vistas impresionantes y en algo mas de dos horas
de bajada nos conduce sin perdida al pueblo, las agujetas que tuve por esta interminable
bajada fueron impresionantes.
Esta larguísima y empinada bajada va recorriendo en
zig-zag todo el valle de Los Casares siempre con unas impresionantes vistas
sobre Santa María de Lebaña (215m) final de nuestra ruta, ojo al desnivel de
bajada ya que empezamos desde (1.437m), casi nada. Bueno pues como digo poco a
poco y con las piernas bien cansadas llegamos al bonito y cuidadísimo pueblo de
Santa María de Lebaña donde nos estaba esperando el autobús para recogernos, el
único fallo de este precioso pueblo el cuan yo desconocía y me sorprendió muy
gratamente fue que tuviera un chigre para tomar una buena cervecina fresca
después de las 8 horas de caminata que nos habíamos metido.
Pablo Lara.
Tiempo: 8 horas.
Dificultad: Alta.
Ya en en descenso atravesando el bonito hayedo.
Atravesamos un claro y nos volvemos a introducir en el impresionante hayedo.
El sol castigaba tanto que parte del grupo aprovechó sus paraguas para protegerse ya que en toda la bajada no había nada de sombra.
Pocas veces nos hizo tanta ilusión a todos encontrar una fuente.
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