miércoles, 23 de febrero de 2011

Cascada de Nonaya (Salas)


El pasado día 19 de febrero del 2011 fuimos invitados un grupo de amigos a pasar el fin de semana a la casa que tiene Guti en Cangas de Narcea, más concretamente en Corias, pero para aprovechar el día me pidieron que organizara una ruta fácil y sencilla ya que tanto Guti como su mujer Eva no están de hacer nada de monte. Así que me se ocurrió que podíamos hacer la ruta de la cascada de Nonaya, una ruta corta que no se tarda más de dos horas en hacerla ida y vuelta, es aconsejable incluso para hacerla con niños ya que es toda en llano y no tiene ninguna dificultad. Yo esta ruta nunca la había realizado pero cuando el año pasado hice el Camino Primitivo de Santiago en la etapa que sale de Salas y termina en Tineo se pasa justo por el desvío que se dirige hacia dicha cascada y fue cuando me di cuenta de lo sencilla que era y la apunté para futuras rutas.
A las diez de la mañana quedamos todos en Salas para desayunar y ver como estaba el día ya que toda la semana anterior había diluviado, gran suerte la nuestra ya que nos acompaño el sol durante toda la jornada.
Iniciamos el recorrido desde la misma plaza de la Campa al lado de la Colegiata del Santa María la Mayor (s. XVI) y el palacio de Valdés de Salas (s. XVI), justo donde termina el empedrado de la Plaza de la Campa se encuentra el panel de inicio de la etapa del Camino de Santiago Salas-Tineo y que es el camino que tenemos que seguir.
Después de que nos saludaran todos los perros con sus fuertes ladridos ya en las últimas casas de Salas ya podemos observar el río Nonaya que nos acompañará durante gran parte del camino. Al poco encontramos la fuente del Paín reformada en el año 1992 para el Camino de Santiago, después de esta fuente nos encontramos con unos antiguos cargaderos de la mina de caolín y un pequeño curtidero de pieles totalmente abandonado, la senda gana ahora altura sobre el río que queda cada vez más encajonado en el valle

Comienzo de la ruta en el bonito pueblo de Salas.



Primer tramo de la ruta nada más salir de Salas.




Pasando justo por debajo de la futura autovía hacia Tineo.


El paseo ya que esta ruta no se le puede llamar de otra manera se hace agradable caminado todo el tiempo por un pequeño bosque de ribera, en el que predominan en gran cantidad los alisios, robles, fresnos y avellanos. Continuamos el camino cruzando por un puente de caliza, con estructura de arco de medio punto que salva el paso hacia la sierra de Bodenaya, lugar de nacimiento del río Nonaya, seguimos poco a poco disfrutando del paisaje y con mucho menos barro del esperado para llegar a otro puente de similares características,justo al principio de este puente encontramos una desviación bien indicada hacia la derecha que nos conduce al río, abandonando así el Camino de Santiago, tras recorrer no más de 250 metros de suave descenso se alcanza la poca conocida cascada de Nonaya Después de la gran semana de lluvia que habíamos tenido daba gusto ver la cantidad de agua que traía. Dicha cascada no es que sea muy grande pero en épocas como estas de grandes lluvias da gusto contemplar el gran caudal de agua que trae.
Después de hacernos un montón de fotos y las típicas bromas de me empujas te empujo solo nos queda dar la vuelta por el mismo camino y regresar tranquilamente a la villa de Salas.
Pablo Lara.

Tiempo de la ruta: 2 horas (ida y vuelta)
Dificultad: Ninguna, estupenda para hacer no niños y tomar luego un buen vermú en Salas.

El antiguo cargadero de la mina.




Bajo el impresionante puente de Carcabón.




El río Nonaya poco antes de llegar a la cascada.










Bares-Tienda

Como la ruta de la cascada de Nonaya la terminamos muy pronto decidimos hacer otra ruta pero esta en coche, que no es otra que la de ir parando en alguno de los bares-tienda (una de mis grandes debilidades) que encontramos por el camino hacia Cangas de Narcea, tampoco es que hallamos parado en todos ya que por esta zona son todavía bastante abundantes aunque como en toda Asturias cada vez menos.
En el primer bar-tienda que paramos fue en Casa el Coxu, camino de Tineo, donde Toni que me reconoció nada más verme de la brasa que le di al pobre hombre cuando pasé por aquí caminado hacia Santiago de Compostela, nos recibió a todos con la amabilidad de siempre tanto por parte de él como por parte de su encantadora mujer, el buen hombre allí nos puso unos claretes bien frescos y estuvimos charrando un buen rato con ellos, Toni nos contó el porqué del nombre del bar El Coxu, y era porqué su padre había nacido con una pierna más corta que otra y como en todos los pueblos de Asturias de aquella eran muy aficionados a los motes y por eso le quedo el mote del Coxu para siempre. También nos contó con un poco de pena en su cara de que en cuanto el deje el bar dentro de pocos años, cerrara como tantos otros bares-tienda de Asturias ya que su hijo no se quiere hacer con el negocio porque ya no da ni un duru, palabras textuales del bueno de Toni, que pena.



El buen amigo y amable Toni, dueño del Bar-tienda El Coxu, que hay en Bodenaya en dirección a Tineo.

Proseguimos nuestra ruta y después de una corta visita a Tineo seguimos nuestro camino con dirección al embalse de La Florida, donde hay otro magnífico bar-tienda llamado Casa Enrique, justo enfrente de dicho embalse, este pequeño pero guapo bar-tienda es todo un pequeño museo de moscas, anzuelos y de antiguos artilugios de pesca, donde todavía guisan en cocina de carbón, se puede ver perfectamente desde el bar, de estas si que quedan pocas cocinas, nosotros tomamos unos embutidos de la casa estupendos antes de seguir nuestro camino hacia Cangas de Narcea.
Y el último local de esta pequeña ruta de bares-tienda fue justo en Corias donde en señor Guti tiene la casa en la pernoztamos, un pequeño y más bien feo bar-tienda justo enfrente del monasterio de Corias, pero con unos dueños de gran amabilidad que nos sirvieron unos buenos cafés con un estupendo orujo blanco de la zona.



El magnífico Bar-tienda casa Enrique, justo en frente del pantano de La Florida, no dejar de probar sus magníficos embutidos de la casa.





Tomando un magnífico orujo casero en el Bar-tienda de Corias, justo en frente del monasterio de mismo nombre que en breve pasará a ser parador nacional, así que supongo que poca vida le quedará también a este pequeño Bar-tienda.



Restaurante El Blanco (Cangas de Narcea)
Un sitio donde se disfruta como un enano en cada mordisco.

Pepe Ron es un guisandero imaginativo a orillas del Narcea, con ganas de agradar al cliente.


Con el famoso y gran cocinero Pepe Ron, y con su hermano Enrique Ron jefe de sala.

¿Quieren disfrutar de uno de los mejores restaurantes de Asturias? Pues corran a El Blanco en Cangas de Narcea, pero antes de correr hacia Cangas no se olviden de reservar por teléfono porque si no es totalmente imposible comer o cenar en esta magnífica casa ya que el local es pequeño y su comedor no dispone de más de cuatro mesas.
Quítense el miedo a la modernidad mal entendida con el gran oficio que tiene el amigo Pepe Ron, que hornea todos los días, para marcar su territorio dentro de la cocina asturiana, y bien marcado ya que estuvo trabajando hace años al lado de grandes cocineros entre ellos Nacho Manzano. Luego esta la gran Engracia Linde, precursora y alma mater de esta casa, lo de Engracia es la cocina tradicional bien entendida ósea sin prisas y en cocina de carbón, hay muy pocos sitios ya en Asturias donde se cocine en estas autenticas cocinas de aldea que le dan un sabor especial a la comida y nos recuerdas otros tiempos, el virrey al horno que yo me zampe fue uno de esos grandes recuerdos a la cocina tradicional de antes, todo un manjar.


Y por supuesto el tercero de la saga de esta gran familia es Enrique Ron , jefe de sala, un tipo amable que dedica energía y esfuerzo en complacer al cliente como se merece y creo que hay poca gente que tanto entienda de Gin Tonic, que fue el postre que pedimos todos (somos de poco dulce, preferimos un buen digestivo después de cenar), el amigo Enrique nos puso sobre la mesa unas de sus diez ginebras favoritas, barias clases de tónicas y hielos aromatizados personalmente por el, todo un lujado que nunca había visto, nos hizo disfrutar a todos de unos combinados que nada tenían que envidiar al Hemingway bar de Paris.

En conclusión si alguna vez os acercáis por Cangas de Narcea no dejéis de pasar por El Blanco no os arrepentiréis os lo aseguro

El impresionante pincho de nombre Doble Imperial de perdiz con verduras, todo comestible aunque no lo parezca, con el que participo este año en el IV Certamen de pinchos de Asturias y del que fueron ganadores el año pasado.





Dos de sus impresionantes platos con los que nos sorprendieron en la cena en esta magnífica casa.

miércoles, 9 de febrero de 2011

La Muela-Bermiego-Pedroveya-Las Xanas



Hacía tiempo que un compañero de trabajo, Pedro, gran aficionado al monte y yo estábamos dándole vueltas a la cabeza con la intención de realizar la ruta Bermiego-El Angliru-Villapará, así que lo preparamos todo estudiando los autobuses que teníamos que coger en un lado y en otro y nos pusimos manos a la obra.
Llego en tren a las ocho y diez de la mañana y como el autobús hacia Quiros sale de la estación central de Oviedo a las 9, aprovecho para metérme un buen desayuno entre pecho y espalda en la Cafetería Santa Clara enfrente de la estación, había que forrar porque el día iba a ser muy largo y de mucha caminata.
Después de desayunar y de leer el periódico llego a eso de las nueve menos cuarto a la estación de autobuses donde ya puedo ver a lo lejos a Pedro bien preparado con su mochila esperándome en la taquilla, preguntamos cual es la parada más cerca que nos puede dejar de Bermiego y muy amablemente la chica nos dice que en la Muela, haciendo antes un trasbordo en el cruce que se dirige a Teberga.
A eso de las diez menos diez llegamos a La Muela, que es justo en el cruce donde se coge el desvío hacia la izquierda hacia Bermiego, con un sol y un día que no creo que tengamos en todo el año muchos mas así, eso sí la temperatura era típica de febrero a esa hora el autobús marcaba cero grados, así que nos abrigamos y a empezar a caminar, como aperitivo y nada más empezar tuvimos que maternos en frío cuatro kilómetros y medio de dura subida y por asfalto, así que hacia la mitad ya paramos a quitarnos ropa y ya empezábamos a ver las primeras manchas de nieve por la carretera pero ni por casualidad contábamos con lo que nos iba a esperar luego.
Tras unos cincuenta minutos mas o menos de dura subida y ya con una gran sudada llegamos a Bermiego, nos dirigimos al bar-tienda del pueblo (horrible), donde Elena con su gran amabilidad de siempre nos puso un par de cafés de manga con gotes de orujo para entrar mas en calor del que ya traíamos, después de charrar un poco con ella y de que nos contara como llevaba el invierno, nos preparamos ahora sí para la gran caminata.
Nos acercamos al imponente roble que es donde podemos ver las indicaciones de un par de rutas, desde aquí nos acercamos al barrio alto del pueblo, denominado el Llano el cual alcanzamos en fuerte subida en poco tiempo, en este barrio todavía se pueden contemplar los restos de un antiguo palacio perteneciente a los señores de Ladreda, ya con abundante nieve la pista va ganando altura en fuertes repechos hacia la derecha, al poco llegamos a un pequeño collado donde teníamos muy buenas panorámicas del valle quirosano con el paisaje totalmente nevado.
Descendemos unos metros ya con la nieve hasta la parte alta de las polainas pero con la suerte de ir pisando unas huellas de algún grupo de montañero más madrugador que nosotros, lo que nos hacía el camino mucho más llevadero, vemos ahora un desvío hacia la derecha que conduce directamente a la Ermita de la Merced pero nosotros seguimos de frente por el camino y pisando las huellas ya echas en la nieve lo cual se agradecía.
Ya con bastante dificultad por la cantidad de nieve caída llegamos a la desviación de la ermita, intentamos ir hasta la fuente que hay a su lado pero la nevada era tan grande que no nos pudimos ni acercar, proseguimos entonces unos metros y en una cabaña próxima que le pegaba ya el sol mañanero encontramos al grupo de montañeros que nos iban abriendo paso con sus huellas.
Este grupo de montañeros no eran otros que los veteranos del Grupo de Montaña San Bernardo de Turón y a la cabeza de ellos uno de los montañeros más grandes que hay en Asturias y que mejor conoce esta zona ya que escribió barios libros sobre el Aramo, el gran Ángel Fernández Ortega, Ángel fue galardonado en el año 1983 como el mejor montañero asturiano por la Federación Asturiana de Montañismo, divulgó y divulga este deporte desde hace muchos años, hoy en día escribe sobre montaña todos los viernes en La Nueva España, llevó a cabo la señalización de Grandes Recorridos (GR), también publicó un montón de libros de montaña entre los más conocidos, Las 100 montañas más guapas de Asturias, Al Angliru por los caminos del Aramo y Paisajes y paisanajes de Asturias entre otros.
Paramos con ellos a charrar un poco mientras ellos daban buena cuenta a un suculento vermú con toda clase de embutidos y quesos, como tiene que ser, incluso bebiendo en porrón, aunque lo que más me llamo la atención era el instrumento que llevaban para trasportar dicho porrón, algo que nunca había visto y me hizo mucha gracia (ver foto).
Le pregunto al bueno de Ángel que cual sería la dirección buena desde aquí para ir al Angliru ya que con la nieve no se veía ni torta de caminos ni de senderos, al momento veo a Ángel echar las manos a la cabeza y decirme que si estamos chiflados que con la nevada que hay ellos van a dar la vuelta allí mismo, que mejor dábamos la vuelta con ellos que con lo que había caído esta semana no estaba la cosa para bromas y menos para subir al Angliru, así que enseguida nos quitó de la cabeza el subir al Angliru y nos comentó que como veía que no íbamos a dar la vuelta (muy cabezones los dos) que podíamos internar aunque el nos lo desaconsejaba al no llevar raquetas era ir hasta Pedrovella, pero que con la súper nevada que había no íbamos a ver ni el sendero ni nada por el estilo y que nos costaría un montón avanzar sin las susodichas raquetas.


El bonito y famoso pueblo de Bermiego.







Una señorina del pueblo que bajaba con mucho cuidado para no resbalar con la nieve y el hielo a por el pan al bar-tienda.







Nada más empezar a caminar ya se coge altura rápidamente y podíamos observar Bermiego a nuestros pies nevado.





Al poco de pasar por la parte alta del pueblo la cantidad de nieve aumentaba a pasos agigantados.




Poco antes de llegar a la capilla de La Merced la nevada era ya tan grande que dicha capilla casi ni se apreciaba y aquí la nieve ya nos tapaba las polainas.



Estos son parte de los componentes del grupo de montaña San Bernardo de Turón, que tan buenos consejos nos dieron si no llega a ser por ellos no se como hubiera terminado la cosa.




El famoso Ángel Fernández Ortega, uno de los grandes montañeros de Asturias y parte de la directiva del grupo de montaña San Bernardo de Turón.



Este aparato por así llamarlo esta echo con el nudo de una raíz de un árbol y esta buena gente montañera lo usa para transportar sin que se rompa el porrón y que mas tarde compartiríamos un buen trago de vino con ellos.


Bueno pues después de echar un trago con ellos, hacernos unas fotos todos juntos, nos despedimos del famoso grupo de veteranos y emprendemos nuestra marcha en solitario hacia Pedrovella, seguimos ahora hacia un pequeño grupo de cabañas que vemos a lo lejos turnándonos para ir abriendo huella ya que el que iba delante se hundía hasta la parte alta de las polainas lo cual nos hacía avanzar muy despacio.
Después de superar este grupo de cabañas llamado Linares nos acercamos a una portilla echa para que no pase el ganado, en este punto encontramos la última señal de la senda que se deja ver un poco entre la nieve, pero desde aquí ya ni señales ni camino ni nada de nada, que razón tenía Ángel de que diéramos la vuelta pero bueno como el día era espléndido lo tomamos con calma y más o menos como yo ya la había realizado hace años no hubo mayores problemas.
Llegamos ahora a la fuente del Bumbio donde paramos a descansar un poco y a refrescarnos, en esta zona yo creo que en andar cien metros con lo que nos hundíamos tardábamos por lo menos 20 minutos sin exagerar, en este punto empezó un poco la desesperación y no sabíamos si proseguir o dar la vuelta, ya no se apreciaba nada del camino y ya habíamos caído los dos en alguna que otra poza hundiéndonos hasta el pecho, de hay la falta de fotos en muchas zonas ya que la tercera vez que me hundí decidí cagarme en todo y guardar la cámara.


Después de comer un poco de fruta y decidir proseguir con la aventura (con raquetas hubiera sido preciosa esta ruta), llegamos a la collada de Pando de la Mortera (1.120m) máxima altura de toda la ruta, proseguimos en descenso con gran dificultad en dirección norte entre un precioso y pequeño bosque de carrascos que con la nieve estaban preciosos, lo cruzamos para llegar a la braña de Buxana, atravesamos en paso lento y levantando las rodillas hasta los hombros para ganar la collada Buxana, si desde este punto nos desplazamos unos metros hacia el oeste (izquierda) podríamos contemplar unas magníficas vistas de Serandi, San Martín y Proaza, pero como para desviaciones estábamos nosotros, así que lo dejamos para la próxima vez, poco a poco vamos descendiendo desde dicha collada y a lo lejos podemos observar a otros montañeros en una cabaña que intentaban hacer esta ruta desde Pedrovella hasta Bermiego, justo a la inversa que la nuestra pero nos comentaron una vez que los alcanzamos que en dicha cabaña desistieron por la cantidad de nieve y que regresaban a Pedrovella.
Desde este punto ya solo nos queda ir siguiendo el pequeño camino desdibujado para ir perdiendo altura poco a poco y llegar por fin hasta el pueblo de La Rebollada, también completamente nevado, ya desde este pueblo por carretera y con una gran mojadura nos dirigimos a Pedroveya donde paramos a almorzar al sol al lado del tejo de la iglesia y a esperar que nos secara un poco la ropa.

Una vez repuesto las fuerzas emprendemos el descenso por la ruta de Las Xanas hasta llegar al área recreativa del Molín de las Xanas donde nos lavamos un poco quitamos el barro y nos dirigimos al bar a tomar un par de cervezas frescas antes de que llegue el autobús que nos llevará de vuelta a Oviedo. En definitiva una autentica odisea pero con el día que hacía mereció la pena, así que espero que el mes que viene ya con menos nieve podamos realizar la ruta Bermiego-El Angliru-Villapará-Morcín.

Pablo Lara.
Tiempo: En situación normal 5 horas, nosotros 7 horas y media.
Dificultad: En situación normal baja, nosotros ALTA


Nada más dejar al grupo de montaña y ya sin huellas la cosa se empezaba a complicar.




El camino que íbamos dejando atrás.






Y el camino que nos esperaba por delante, menos mal que el sol y el buen tiempo nos acompañó en todo momento.





La famosa portilla para impedir el paso del ganado que hay en mitad del camino atestada de nieve.




Esta es la última señal visible de la ruta, a partir de este punto ya ni señales ni nada todo cubierto por la nieve.




La majada donde tanto ganado hay por el verano había desaparecido por completo igual que las indicaciones del camino.




Más de una vez tuvimos que ayudarnos de las manos para poder caminar.




Según perdíamos altura parecía que el camino se apreciaba algo más.




Y por fin a lo lejos Pedroveya.

miércoles, 2 de febrero de 2011

1ª Etapa Covadonga (Oviedo) – La Gargantada


Desde que fui peregrinando a Santiago el año pasado con el club de montaña La Fresneda no había vuelto a coincidir más con ellos y me comentaron que a principios de año realizarían una peregrinación desde Oviedo a Covadonga, que como no me apuntaba, que participarían muchos compañeros con los que fui a Santiago, así que no lo dude ni un momento y me apunté, la verdad es que para lo poco religioso que soy últimamente parezco todo un fraile, con todo mi respeto hacia los frailes si es que todavía los hay que no tengo ni la más remota idea.
Yo llevo casi diez años mas o menos haciéndola, al principio en solitario y últimamente con algún que otro amigo pero siempre la hacemos desde Gijón, se la recomiendo a todo el mundo es preciosa, pero no la tengo colgada en el blog porque los dos últimos años la hicimos en bicicleta, pero este año que toca andando prometo colgarla.
A eso de las nueve menos cuarto de la mañana del día 30 de enero del 2011 llego al club de la fresneda que sería nuestro punto de salida, y como presta volver a ver a todos los compañeros que hicieron el Camino de Santiago, no los había vuelto a ver más desde entonces, así que después de los besos abrazos y risas a las 9 de la mañana emprendemos camino en el autobús hacia el pueblo de Covadonga (Oviedo) que está un poco más arriba del cementerio de los Arenales en el mismo Oviedo, con un día oscuro de invierno y con muy malas perspectivas emprendemos nuestra caminata.
La ruta empieza justamente desde la Capilla de Covadonga situada a la derecha donde podemos encontrar un panel indicándonos el comiendo de dicha ruta, los primeros metros discurren por carretera, para desviarnos al poco tiempo hacia la izquierda, junto a las casas de El Calero, tras pasar una fuente con su lavadero llamado La Mermeya, aquí tomamos una desviación a la derecha para alcanzar el caserío de Los Llanos para al poco tiempo llegar a La Llovera.

Los primeros metros del día, antes de coger el sendero.




Un auténtico paisano de gran amabilidad, que nos decía si estábamos chiflaos al caminar con este día




En este punto entre la niebla que había a lo lejos y lo negro que estaba el cielo no pudimos disfrutar mucho del paisaje y con las fotos se hizo malamente lo que se pudo ya que más o menos por esta zona nos empezó a llover y no nos abandonaría ya en toda la jornada. Al poco el sendero por el que veníamos termina en un cruce de carreteras en el que continuamos al frente en dirección a las antenas de La Grandota, toda esta etapa no tiene en ningún momento perdida alguna ya que está perfectamente indicada en todo momento.
Proseguimos bordeando la cima en muy suave caminata hasta llegar al caserío de Los Campos por un camino llamado del Escobal y que no abandonaremos mas hasta llegar a la pequeña aldea de La Paranza, en esta aldea que es límite de los concejos de Oviedo y Siero, encontramos a un simpático paisanín (ver foto) totalmente abrigado con bufanda gorro cazadora y por supuesto con zapatilles y madreñes que es como toda la vida se caminó por los pueblos y nos comentaba que había que estar chiflaos para ir caminando con el día que hacia, la verdad que el pobre hombre en parte tenía toda la razón, todo un personaje aquel hombre y de gran amabilidad.
En esta pequeña aldea de La Paranza hubo en el siglo XVI una malatería en la que se acogían los enfermos de lepra de los concejos de Oviedo, Siero y Langreo.
Proseguimos ahora y sin poder cerrar el paraguas por una cordal bien marcada y de poca altitud donde coronamos un pequeño collado de unos 500 metros dejando a la izquierda la cumbre de Santo Medero (525m), en este punto hacemos una pequeña parada para agruparnos todos y comer algo de fruta y echar un trago. Al descender este collado encontramos algún caserío abandonado y las ruinas de una pequeña ermita.
Continuamos ahora descendiendo hacia las casas de La Teyera y La Bobia, desde este punto ascendemos hasta llegar casi al vértice geodésico del Candaval (518m) el cual podíamos apreciar muy cerca, en este punto en concreto nos sorprendió una buena granizada que al poco nos abandonó para proseguir lloviendo el resto del camino, este punto concretamente por el que estábamos pasando, está situado sobre los túneles de carretera AS-17 de Siero a Langreo.
Continuamos nuestro camino y entramos a las afueras del bonito pueblo de Molledo y como se nota que les tocó la lotería hace muy poco menudos chales hay a la entrada del pueblo, quien lo vio y quien lo ve, me alegro por ellos. Por suerte cuando entramos ya en el pueblo de Molledo encontramos abierto el único bar del pueblo, en el cual solo había una persona tomando un vino y de repente entramos 35 peregrinos como energúmenos (eso si muy educados) a pedir como locos, que si cervezas que si cafés, que si caldos, el probe señorin que ya estaba entrado en años con mucha amabilidad y paciencia nos fue atendiendo a todos con toda tranquilidad como tiene que ser, un señor encantador.
Después de tomar una buena cerveza bien fresca y comido unas rosquillas exquisitas echa por uno de los peregrinos el cual tuvo el gran detalle de cargar todo el camino con una caja de ellas echas por el mismo que luego repartió entre todo el grupo, un gran detalle y un gran repostero, si señor.
Desde Molledo ya es todo suave descenso y llaneo hasta el final de la ruta, continuamos unos 800 metros por la carretera local de Molledo para de nuevo coger un camino ganadero que cruza el arroyo del Lavadero, el cual bajaba con tanta agua por lo que llovió estos días que casi ni se apreciaba el pobre lavadero, por este camino también podemos apreciar los restos de lo que fue en su día el molín de los Bayos, al poco salimos a la carretera AS-246 donde en muy poco tiempo nos llevará hasta la Gargantada, donde nos estaba esperando Ricardo con el autobús para volver de regreso a La Fresneda.

Pablo Lara.
Tiempo: 4 horas y media.
Kilómetros: 17 aprox.
Dificultad: Ninguna.

Las zonas de barro con el mal tiempo que hacía eran abundantes.




Entrando en el concejo de Noreña.




Ayudándonos unos a otros para intentar evitar el barro, cosa que fue casi imposible.